Colorear el abecedario puede ser tan divertido como pintar un tigre azul o un elefante con sombrero. ¿A que suena bien aprender letras así?
Eso fue lo primero que pensé cuando vi a mi hija aburrirse a los cinco minutos con un libro que parecía un formulario de la oficina.
Después de crear juntas un libro de números, me dije: venga, ahora toca el abecedario. Pero no a lo clásico. Nada de repetir la A hasta el infinito ni de seguir líneas de puntos que aburren a cualquiera. Lo que quería era que colorear el abecedario fuera algo visual, divertido… algo suyo.
Y así lo hicimos. Tal cual. Lápices por el suelo, animales por todos lados y cada letra convertida en un personaje con vida propia.

Colorear el abecedario: así nació una idea hecha para disfrutar aprendiendo
Desde el principio lo tuve claro: este libro no era para enseñar con reglas, sino para acompañar. Da igual si el peque ya se sabe media abecedario o si es la primera vez que ve una letra. Lo que quería era que se acercara a ellas con ganas, no por obligación.
No quería un libro de esos para marcar casillas. Quería algo que mi hija disfrutara como un juego, no como tarea. Así que adiós a las repeticiones eternas, a las fichas aburridas y a las instrucciones que nadie mira. En su lugar, pusimos animales divertidos, letras bien grandes para pintar, y actividades que se hacen casi sin darte cuenta.
Es un libro que no dice “¡aprende ya!”, sino “mira este dibujo, ¿te animas a pintarlo?”. Y sin darte cuenta… aprenden más de lo que crees.




Colorear el abecedario sin darte cuenta… y con muchas risas de por medio
Hay una cosa que tengo clarísima: si a los peques algo les parece divertido, lo van a recordar.
Tengo clarísimo algo: si a los peques algo les divierte, se les queda grabado.
Y pocas cosas son más divertidas que un dibujo enorme para pintar, imaginar y echarse unas risas.
En lugar de hacerles trazar letras sin parar, este libro les da libertad: pintan lo que quieren, como quieren. Un día el cocodrilo es verde, otro morado. ¿Y qué? Lo importante es que la letra se queda en su cabeza como algo divertido, no como una obligación.
¿Lo mejor? Que sirve para cualquier rato: una tarde de aburrimiento, una espera en el médico, un viaje. No pesa, no agobia, no cansa. Lo abres por donde sea, y puedes acompañarles o dejarles a su aire.
Y así, sin darte cuenta, ya saben que “jirafa” empieza con J o que la S va con “serpiente”.
Lo hicimos pensando en mi hija, pero también en todos esos niños que, como ella, aprenden mejor con lápices en la mano y una sonrisa en la cara. Y por eso este libro es especial: nació en casa, entre pruebas, dibujos que no gustaban y otros que se volvieron sus preferidos.
Tiene lo justo: letras, animales, creatividad… y cero aburrimiento. Si al final del día tu peque aprendió una letra más y se lo pasó bien, eso ya es muchísimo.
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Gracias por leer hasta el final. Hicimos este libro pensando en los peques que disfrutan coloreando y aprendiendo a su ritmo.
Si crees que puede gustarle a tu peque o a alguien cercano, compártelo. A veces un libro sencillo puede animar muchos ratos.
Y si además de colorear os apetece compartir una historia bonita con vuestros peques, os invito a echar un vistazo a nuestras secciones por edad. Quizá encontréis ese libro especial que estáis buscando para leer juntos.
Por ejemplo, Elmer el Elefante Multicolor es perfecto si queréis hablar de la diversidad y la autoestima de una forma sencilla y visual, igual que cuando se aprende el abecedario pintando.
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