Ya conocía su valor y, al ver una buena oferta, no lo dudé. El Principito es de esos libros que sabes que hay que tener, aunque todavía no sepas exactamente cuándo llegará su momento. Lo compré con la certeza de que, tarde o temprano, se lo leería yo… o lo leería ella.
Y es que este libro tiene algo especial. No importa cuántos años tengas cuando lo lees, siempre logra decirte justo lo que necesitas escuchar en ese momento. Es casi como si cambiara contigo, como si las palabras fueran las mismas pero la historia se adaptara a ti. Es uno de esos libros que dejas en la estantería y, un día, sin previo aviso, sientes que necesitas abrirlo otra vez.
Porque aunque parezca un cuento para niños, en realidad es un recordatorio de todo lo que solemos olvidar cuando crecemos.
¿De qué va «El Principito» realmente?
Aparentemente, trata de un niño que viaja de planeta en planeta conociendo personajes de lo más peculiares: un rey sin súbditos, un hombre de negocios obsesionado con contar estrellas, un farolero atrapado en una rutina absurda… Pero detrás de esa historia sencilla, hay algo mucho más profundo.
El Principito es un libro sobre lo esencial. Sobre cómo, al hacernos mayores, vamos llenándonos de preocupaciones que no importan tanto como creemos. Y, sin darnos cuenta, vamos dejando atrás lo que de verdad vale la pena.
Cuando lo lees de pequeño, es una aventura con dibujos que parecen salidos de un cuaderno de colegio. Pero cuando lo vuelves a leer de adulto… te remueve. Te hace preguntas que tal vez llevabas tiempo esquivando. ¿De verdad son tan importantes todas esas cosas que nos quitan el sueño? ¿Cuántas veces hemos dejado de ver lo valioso porque estamos distraídos por los números, las apariencias, la rutina?
Y luego está la rosa. Tan frágil, caprichosa, orgullosa… y, aun así, única. Una de las mejores metáforas sobre el amor que se han escrito. Porque todos, en el fondo, tenemos nuestra rosa. Ese alguien –o ese algo– que aprendemos a cuidar, incluso sin entender muy bien por qué.
Por eso, El Principito no es solo un cuento bonito. Es un espejo. Y según el momento de tu vida en el que lo leas, te va mostrando una imagen diferente.
Este libro no es opcional, es obligatorio
Hay libros que entretienen. Otros que enseñan. Y luego están los que, sin saber cómo, se quedan contigo. El Principito es uno de esos.
No es de los que lees una vez y olvidas. Es de los que, de pronto, un día te viene una frase a la cabeza y sientes la necesidad de volver a buscarla. Quizá sea la despedida del zorro. O esa sobre que lo esencial es invisible a los ojos. O tal vez la del aviador que dibujaba boas y los adultos nunca entendían.
Cada cierto tiempo, este libro te llama. Y cada vez que vuelves a él, encuentras algo nuevo: una frase que antes pasó desapercibida, un personaje que de repente te dice algo distinto, o simplemente la sensación de que lo verdaderamente importante no suele estar donde siempre miramos.
Por eso merece un lugar en cualquier estantería. No porque lo diga nadie, ni porque sea un clásico. Sino porque es uno de esos libros que, cuando todo se vuelve gris, puede volver a iluminarte.
Y cuando eso pase, te alegrarás de haberlo tenido siempre cerca, esperándote.
¿Te apetece volver a mirar el mundo con otros ojos? Puedes encontrar El Principito aquí:
Si ya lo tienes en casa, puede que te esté esperando para una nueva lectura. Y si aún no lo has leído, quizá ahora sea el momento perfecto para descubrirlo por primera vez.
Si eres fan de El Principito, esta edición es realmente especial. Se trata de un estuche de lujo con la edición original, que incluye acuarelas del propio autor. ¡Es un verdadero regalo para los amantes de la literatura!
Con tapa dura y acabados dorados, es una edición elegante, perfecta para los coleccionistas o para quienes simplemente adoran este querido personaje de Antoine de Saint-Exupéry.

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