A veces, cuando mi hija me pregunta si pienso en ella cuando no estamos juntas, me acuerdo de este libro. El hilo invisible explica de forma sencilla lo que cuesta tanto poner en palabras: que el amor nos une, incluso cuando no estamos cerca.
Una de las primeras cosas que me llamó la atención fue su formato. Al estar hecho de cartón grueso, aguanta bien el trote de los más pequeños, esos que quieren pasar las páginas una y otra vez sin parar. Cuando un libro se convierte en un favorito que hay que leer todas las noches, se agradece que sea resistente.

La historia: un hilo que nos une
La historia nos presenta a un niño que descubre algo increíble: todos estamos conectados por un hilo invisible que nos une a quienes queremos, aunque no podamos verlos. Es una idea preciosa para ayudar a los peques a entender que el amor sigue ahí, aunque estemos lejos
Lo bonito es cómo lo transmite. Sin explicaciones largas ni mensajes forzados, la historia simplemente fluye y deja su huella. Es de esos cuentos que, cuando los terminas de leer, dejan un pequeño silencio, como si los niños estuvieran procesando algo importante
Otro punto fuerte del libro son las ilustraciones. Con colores suaves y expresiones que transmiten emoción, cada página envuelve en una sensación de calidez. Es un libro corto, sí, pero lo que consigue en tan pocas páginas es impresionante: emociona, consuela y deja una sensación reconfortante tanto en niños como en adultos.
Eso sí, hay que estar preparados, porque El hilo invisible no deja indiferente. Es de esos cuentos que, aunque estén dirigidos a los más pequeños, pueden tocar fibras sensibles en los adultos. A mí, al menos, me arrancó alguna lagrimita mientras lo leía. Es un recordatorio de que el amor y la conexión van mucho más allá de la presencia física.
Un mensaje universal
Más allá de la historia, este cuento nos recuerda que, sin importar la edad, todos tenemos hilos invisibles que nos unen a quienes queremos. No importa si se trata de un niño que empieza la escuela, un padre que se despide en la puerta del trabajo o un abuelo que vive en otra ciudad, este mensaje resuena en cualquier etapa de la vida. Es un cuento infantil, sí, pero con un impacto universal.
Otra cosa que hace destacar este libro es su accesibilidad. Al estar diseñado en cartón resistente, aguanta bien el trote del día a día, lo que lo convierte en una opción ideal para niños pequeños. Además, su lenguaje es directo y sencillo, pero no por ello menos profundo. Explica con delicadeza un tema complejo de una manera que los niños pueden entender sin dificultad.
Si hay algo que puede saber a poco, es lo cortito que es. A algunos les gustaría que durara más, pero creo que su sencillez es parte de su magia. Va directo al punto y deja que cada niño lo haga suyo a su manera
Un imprescindible en la biblioteca infantil
Cuando los niños sienten esa punzada de miedo al estar lejos de quien quieren, no siempre saben cómo ponerlo en palabras. Esta historia consigue hacerlo por ellos, con ternura y sencillez. Y a veces, eso vale más que mil explicaciones.
Una lectura para compartir, para abrazar fuerte y para recordar lo que de verdad importa. Puedes encontrarla aquí:
Si ya conoces El hilo invisible, dime, ¿qué te ha parecido? ¿Hay algún otro libro que te haya emocionado tanto como este? Me encantará descubrir más cuentos bonitos que hagan sentir a los niños seguros y conectados.
Cuando mi hija empezó primero de primaria, una amiga psicóloga me contó lo que ella había hecho con su hija: le había regalado el libro Un beso en mi mano, de Audrey Penn. Nosotros no lo hemos leído todavía, pero sé que también habla de la separación. En el cuento, la madre le da a su hijo un beso en la palma de la mano para que lo lleve consigo durante el día. Incluso viene con pegatinas para recrear ese gesto.
A mí me encantó la idea, y durante un tiempo lo hice también… dibujaba un beso en un papel y se lo guardaba en la mochila. Pero claro, el papel hay que sacarlo, abrirlo… y muchas veces ni se acordaba de que lo llevaba. Quería algo más cercano, algo que pudiera tener a mano, literalmente.
Así fue como se me ocurrió usar estas dos pulseras en forma de corazón: una para mí y otra para mi hija. Le dije que, si algún día se sentía triste en el cole, mirara su pulsera y pensara en mí, que yo haría lo mismo desde casa. Fue una manera sencilla, pero muy especial, de sentirnos conectadas.
Así que si te gusta esta idea, te dejo aquí las pulseras que nosotras tenemos.
Quería algo sencillo, fácil de poner y bonito, y estas nos encantaron:


¿Y si tu hija o hijo prefiere los dinosaurios, por ejemplo?
También hay versiones con dinosaurios, estrellas y un montón de estilos diferentes para elegir lo que más conecte con cada niño.

O, si prefieres algo simbólico y sin gastar ni un euro, puedes atarle un hilo rojo en la muñeca. A veces, los gestos más sencillos son los que más acompañan.
Si este libro te ha llegado al corazón, quizá también te emocionen estas otras lecturas sobre vínculos, emociones y cariño incondicional:
- Siempre te querré, pequeñín: Una historia sencilla y conmovedora sobre el amor eterno entre padres e hijos.
- Hijo, de Ariel Andrés Almada: Un relato poético que celebra el crecimiento y la conexión familiar desde los primeros pasos.
- Adivina cuánto te quiero: Un clásico que pone palabras al amor más grande, con ternura y dulzura.
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