«La ovejita que vino a cenar» es de esos cuentos infantiles que se quedan contigo mucho después de haberlo leído. Escrito por Steve Smallman e ilustrado por Joelle Dreidemy, combina humor, ternura y un mensaje valioso sobre la amistad y los prejuicios.
La historia arranca con un lobo hambriento que, como es de esperar, solo piensa en su próxima comida. Pero entonces aparece en su puerta una pequeña ovejita, desarmándolo con su inocencia y cambiando por completo la situación. Lo que parecía una cena asegurada se convierte en algo mucho más grande.

Una historia que atrapa a grandes y pequeños
Si algo tiene este libro es la capacidad de emocionar y divertir al mismo tiempo. Mientras los niños se ríen con las expresiones del lobo y la energía de la ovejita, los adultos pueden encontrar una reflexión sobre cómo muchas veces nos dejamos llevar por las apariencias.
En mi familia, fue un éxito desde la primera lectura. Es de esos cuentos que los niños piden una y otra vez, y cada vez que lo lees, descubres un detalle nuevo. Nos reímos con los momentos graciosos, pero también disfrutamos de esos instantes más tiernos en los que la historia nos recuerda que la amistad puede surgir en los lugares más inesperados.
El lobo, que en otros cuentos infantiles suele ser el villano, aquí nos muestra otro lado: uno que evoluciona, que aprende a ver más allá de su instinto y que descubre que hay cosas más importantes que su propio hambre. Este giro en la historia es lo que la hace tan especial.
Y si tengo que ser sincera, de todos los cuentos infantiles que he leído, este es el que más gracia me ha hecho como adulta. Es imposible no reír con las expresiones del lobo y la manera en que se va desmoronando ante la ternura de la ovejita. Lo disfruté tanto como los niños, y sigue siendo uno de mis favoritos para releer.
Ilustraciones que lo dicen todo
Si hay algo que hace que este cuento cobre aún más vida, son sus ilustraciones. Las expresiones del lobo van cambiando a medida que avanza la historia: de feroz a desconcertado, de resignado a completamente enternecido.
Mi hija se enganchó enseguida con los dibujos. Le encantaba señalar cada pequeño gesto del lobo y reírse con la despreocupación total de la ovejita. Es un libro que invita a los niños a interactuar con la historia sin necesidad de grandes explicaciones.
Además, el estilo de Joelle Dreidemy es perfecto para este tipo de historia. Las páginas están llenas de color y detalles, pero sin sobrecargar la vista, lo que permite que incluso los más pequeños sigan la historia sin dificultad.
«La ovejita que vino a cenar» transmite un mensaje sin que parezca que lo está enseñando. No es un cuento que intente dar una enseñanza directa, sino que deja que los niños descubran por sí mismos que no todo es lo que parece.
. Aquí todo fluye con humor y ternura, dejando que los niños se queden con la enseñanza sin que nadie tenga que explicarla.
Un imprescindible para compartir en familia
Si quieres un cuento que haga reír, emocione y deje una enseñanza valiosa, este es una gran opción. Es ideal para niños a partir de 4 años, con un ritmo dinámico que mantiene su atención de principio a fin.
A diferencia de otros cuentos con moralejas más directas, este libro permite que la conversación surja de manera natural. Es una excelente opción para leer antes de dormir, pero también para hablar con los niños sobre valores como la amistad, la empatía y las segundas oportunidades.
En casa, ya es un clásico que siempre vuelve a salir de la estantería. Porque al final,Es un libro que no se queda en la lectura, sino que se disfruta y se siente en cada página.
No pretende abordar valores complejos, pero ahí está su encanto: lo dice todo con sencillez. Es una historia que divierte y deja un bonito mensaje sobre la empatía y las segundas oportunidades.
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